🔙 Etapa anterior: 🇮🇷Etapa 1×18🏜 – ✊🏼La Luna Me Sabe A Poco🤘🏼
Amanecemos con esta curiosa estampa, en mitad de ninguna parte. No sé si hay tribus ocultas cerca del río, pero anoche sí que recibimos alguna visita inesperada. A juzgar por las sombras creo que era un coyote, aunque podría ser un perro, un zorro o un lobo… No sé, lo único que tengo claro es que no se trataba de un burro salvaje y que, al contrario de lo que esperaba algún colega, no me pilló desprevenido. Lo espanté como pude (dando golpes en las «paredes» de la tienda) y yo creo que él tenía tanta incertidumbre como yo por lo que habría dentro. En realidad me preocupan más los bichos pequeños que los bichos grandes, soy alérgico a las picaduras de insectos y estos suelen buscar zonas más frescas o sombrías. Pero bueno, eché repelente de insectos y me puse la mosquitera, al margen de la pulsera con repelente que llevo en cada muñeca.

No hay tiempo para el descanso, aparte de que el calor hace muy dura la conducción.
La prisa viene por lo siguiente: en Pakistán no puedes circular sólo, tienes que ir escoltado por militares y en Quetta tienes que hacer unos trámites que sólo se pueden entre semana y que, mínimo, te obligan a pasar una noche en Quetta. Desde que entras en Pakistán hasta Quetta, son dos días de viaje, hoy es jueves por lo que si consiguiera entrar en Pakistán, podría intentar hacer 2 jornadas en 1 sólo día y llegar a Quetta antes del fin de semana. Si se mete de por medio el fin de semana perdería 2 o 3 días.
David, un colega que ha cruzado Irán hace unos meses, me dijo que si iba a fuego podría cruzar Irán en unos 7 días. Yo quiero hacerlo en 3.

Cuando nos disponemos a recoger todo aparece un coche patrulla y viene a preguntarme que qué estoy haciendo (encima en ese momento me pillan comiendo jamón 🐷🐖😂), no sé si hay algún problema por acampar aquí pero cuando intento hablar con ellos en inglés y ven que soy extranjero me hacen el gesto con la mano de adiós, adiós y se van, no quieren ni intentarlo JAJA.
No son ni las 6 de la mañana y el sol ya aprieta de narices arde la calle al sol de poniente, bueno, más bien de levante. Yo pensé que con el madrugón podríamos rodar con la fresca, pero no. Recogemos todo y continuamos la marcha en busca de la gasolinera perdida.

No llevaremos ni 50 kilómetros cuando volvemos a quedarnos sin gasolina. La noche anterior ya gastamos el depósito entero y una de las dos garrafas, toca esperar que con los 5 litros de la garrafa restante sea suficiente para llegar a la siguiente gasolinera.

Al menos tenemos agua. Aunque esté amaneciendo esto es peor que Extremadura a las 4 de la tarde en pleno agosto. Hay que tener cuidado con la hidratación, notas como el calor te debilita a cada rato que pasa.

El paisaje normalmente es llano y desértico, pero a veces encuentras montañas rocosas y el paisaje se vuelve realmente bonito.
Finalmente encontramos una gasolinera y toca volver a decidir, me quedan menos de 150.000 riales, que puede parecer mucho, pero ayer ya tuve que elegir entre llenar el depósito o comprar más agua y comida. Si hubiese elegido esa opción, me habría alimentado pero no habría podido avanzar. Cuando entré en Irán pude cambiar dinero en la frontera, pero desde que salí de allí no he podido volver a cambiar dinero, pagar nada con tarjeta, ni sacar dinero. Llevo 3 tarjetas de débito, 1 de crédito y 1 internacional, aparte de euros, pero aquí no me los aceptan en ningún sitio y tienen un sistema de tarjetas que no es como los que conocemos en el resto del mundo, no saben lo que es una VISA o una MasterCard.

Lo bueno de llamar tanto la atención es que cuando llegué a la gasolinera, el dueño quiso salir a conocerme y me dijo que si me llenaba la moto, le dije que no, que sólo tenía ese dinero y que me echara toda la gasolina que pudiese con ese dinero. Le dije que si aceptaban euros y cuando vio un billete de 50 le cambió la cara, como si de un diamante en bruto se tratara. Me dijo que él podría cambiar dinero y sacó el teléfono para empezar a llamar, no sé para qué. Empezó a sacar fajos de billetes y yo flipaba, iba a volver a ser rico JAJA. Empezamos a negociar el cambio y conseguí 110.000 ríales/€. En realidad me hubiese conformado con 50.000 o lo que fuese necesario, pero esta gente siempre regatea así que, donde fueres, haz lo que vieres. Finalmente salí de ahí con 5 millones y medio de riales. Donde guardo normalmente el dinero no cabe tanto billete, así que reparto dinero en varios sitios y continuamos la marcha, ya sólo falta encontrar un sitio donde tengan comida, el embutido me encanta, pero quitando el desayuno de hace dos días, llevo alimentándome sólo de eso varios días, sin pan.

El calor no perdona ni por un instante. Por un lado pienso que si hay 50ºC debo estar exagerando, por el otro igual me quedo incluso corto. De vez en cuando me tengo que parar porque noto como el golpe de calor llama a mi cabeza. Hay veces que no encuentro ni la sombra de una señal de tráfico en la que refugiarme del Sol y decido aplicar un método.

Las carreteras, salvo tramos, están en bastante buen estado. Se nota que no hay mucho tráfico por aquí. Lo que estoy intentando, por el bien de mi salud y el de mi preciada señora, es ir a fuego por la carretera durante breves periodos de tiempo, hasta encontrar una sombra en la que parar; beber agua y empaparme la cabeza antes de ponerme el casco, antes de continuar.

En una de las paradas reviso el kit de arrastre y veo que toca tensar, cuando he engrasado por la mañana lo he visto un poco destensado y quería apurar hasta llegar a un sitio decente, esperando que caiga la noche. pero veo que va a más y con este calor, no me extraña en absoluto. Sé que es una chorrada, pero con este calor cualquier cosa agota muchísimo…
Hace falta valor, hace falta valor, ven a la escuela de calor.
Parece que me repito, pero el proceso se repite continuamente; rodar durante periodos de media hora o una hora, como mucho, lo que tarde en encontrar una sombra o necesitar desesperadamente beber agua. Las señales de tráfico escasean, así que muchas veces no aguanto hasta encontrar una sombra para hidratarme y volver al ruedo. Voy rápido, a unos 150-160 km/h, sé que puede parecer que no es la mejor opción pero creo que es la más saludable; avanzar rápido y descansar, para pasar menos tiempo bajo el Sol. No des un mal paso, no des un mal paso…
Esto es una escuela de calor
Mi preciada montura se ha ganado el respeto de muchos y no me sorprende. No es cosa fácil cumplir los 110.000 Kilómetros cruzando la zona más calurosa del planeta, EL DESIERTO DE LUT.

La verdad es que el paisaje es tan agresivo como atractivo. Hemos llegado a las montañas rocosas que llevo divisando desde hace un tiempo y me da pena que sea tan incómodo pararse por aquí, porque merece la pena disfrutar de esto. Deja que me acerque, Deja que me acerque a ti, Quiero vivir del aire, Quiero salir de aquí.

Llevamos más de 200 kilómetros sin repostar y cuando vamos en reserva veo un cartel de una gasolinera que me anima, igual hasta encontramos comida y bebida. Para mi decepción al llegar veo que se trata de otra de esas gasolineras cerradas, aunque al menos hay gente. Llevo prácticamente todo el día sin ver a nadie, salvo los camioneros con los que me cruzo y algún que otro coche. Unos hombres que también se han parado en esas sombras a hacer un descanso me dicen que hay una gasolinera cerca a unos 50 kilómetros, pero yo creo que no llego.
Prefiero ponerme a desmontar las garrafas y echar la gasolina aquí, a la sombra de un edificio que arriesgarme a quedarme tirado otra vez en alguna recta.

Finalmente encontramos una gasolinera y creo que estoy volviendo a la civilización, pues está abarrotada de gente. Pero todos vienen a repostar y vuelven hacia atrás, no veo que los coches salgan en dirección al desierto, que me da la sensación de que divide el país en dos, veo la forma de ser de la gente un poco distinta aquí.

Avanzamos un poco, estamos llegando a Zahedán, la ciudad donde está la única frontera abierta, por la que hay que cruzar a Pakistán. Desde que entre en Irán y empecé a hablar con la gente todos me avisaron, siempre que me preguntaban a donde iba y les decía que venía a Zahedán, los propios lugareños me decían que tuviese cuidado, que era una ciudad muy peligrosa y que tuviese mucho cuidado. Un rato antes de entrar a la ciudad veo un control militar en el que dejan pasar a todo el mundo, excepto a mí. En cuanto me ven aparecer me hacen gestos de que me pare y aparte la moto de la carretera. Me obligan a sentarme y me piden el pasaporte. No parece importarles mucho la seguridad, pues están todos de chacha y ni miran a los coches, pero el que me ha pedido el pasaporte se ha ido con él y cuando he intentado evitarlo otro militar me ha obligado a permanecer sentado. Veo como mi pasaporte cruza la carretera y desaparece tras un muro. No me queda otra que esperar y ser simpático, al menos el militar que han dejado conmigo balbucea inglés. Le pregunto varias veces que si van a tardar mucho y me dice que no, me ofrece agua de su vieja y muy usada botella de plástico, a lo que le digo que no agradecidamente. Al rato vuelven con mi pasaporte y me dicen que me vaya, no me dan más explicaciones y yo no sé si han hecho fotocopia o qué, pero me piro.

Finalmente llego a Zahedán y me dirijo al hotel donde he quedado con Mr. Hamid, un contacto muy a tener en cuenta si vas a viajar a Irán. Es un hombre que trabaja en el ministerio de turismo y que se dedica a ayudar a la gente a entrar o salir del país, que no es tan fácil como pueda parecer. Llevo hablando con él desde que entré en Irán, fue una de las personas que me ayudó a meter mi moto en el país y me dijo que me quedase en este hotel. El hotel es caro para ser Irán, pero a Mr. Hamid le hacen descuento y se me quedaba en unos 35 euros la noche pero sólo por el zumo natural fresquito de bienvenida, ya merecía la pena.

Son las 5 de la tarde, las fronteras por estos lares tienen horario y la de Irán con Pakistán cierra a las 3. He cruzado Irán en 3 días, todo un logro teniendo en cuenta las temperaturas, averías y demás incidencias, pero no ha sido suficiente. La frontera ya está cerrada y hasta mañana no puedo cruzar.

El hotel tiene buena pinta y parking vigilado, así que aprovecharé para descansar y buscar un sitio donde cambiar las ruedas. Desde que me he acercado a la frontera las carreteras han empeorado y, tengo entendido, que en Pakistán es otro nivel. Subo a darme una ducha y quedo con Mr. Hamid para que me lleve a un taller donde poner los neumáticos de tacos.
Tras ir a 2 «talleres de motos», encontramos uno que se atreve a cambiar las ruedas, los otros dicen que no tienen máquinas para eso. Las motos que hay por aquí son todas tipo mobilette o vespino, no he visto ni una moto de cilindrada media.

Finalmente en este taller parece que se atreven a cambiar las ruedas así que mientras ellos se ponen a cambiar las ruedas yo me pongo a rehacer la instalación de las garrafas, pues los soportes que hicimos Mikel y yo en Vitoria estaban pensados para llevar las ruedas y dentro de las ruedas metí las garrafas, pero ahora hay que llevar sólo las garrafas y no es tan fácil.

Los ayudantes del taller le piden una foto conmigo a Mr. Hamid, que me piden que la haga con mi teléfono porque ellos no tienen y el de Hamid tiene la cámara rota. Viendo estos ayudantes os podréis hacer una idea de la calidad de la mecánica del sitio. Cuando terminé de montar las garrafas miro al suelo y veo que han dejado el eje en el suelo, impregnado en tierra cual filete empanado. No quiero decir para no faltar al respeto así que me espero a ver si lo limpian antes de ponerlo y cuando veo que el ayudante jefe va a poner el eje tal cual le paro y le digo a Mr. Hamid que les diga que lo limpien antes de ponerlo. El jefe le dice a su mano derecha que vaya dentro y lo limpie, éste al recibir la orden se ríe, encima me hacen sentir como si fuese el típico cliente exigente y estúpido. Como veo el percal y no me fío.

Le sigo hasta dentro del «taller» y veo que para limpiarlo, lo único que hace es sumergirlo durante un segundo en un barreño con agua sucia que tienen y llevárselo para montarlo. Le pido mi eje y jabón para lavarlo yo, cuando termino lo seco y les digo que le echen grasa. Mr. Hamid vuelve a traducir y nos dicen que no tienen grasa ¡¿QUÉ CLASE DE TALLER NO TIENE GRASA?! Voy a mi moto y le echo grasa de cadena al eje, el bote de Motul que compré en Ankara es lo único que tengo para lubricar. Cuando me ven todos con admiración lo que hago, se dan unos a otros con el codo como diciendo: ¡Mira! ¡Qué astuto! ¡Un truco nuevo!
Yo sin embargo pienso en el eje de la rueda de atrás, que no supervisé la operación y me planteo como estará. Cuando les veo meter la presión, ¡Veo que le han metido 4 kilos! Les digo que quiten aire y vuelvan a mirar y lo tienen que hacer todo a mano; el compresor que tienen es sólo para meter aire y no tienen manómetro, por lo que meten a ojo, quitan la manguera, ponen el manómetro y si hay que quitar aire, pinchan la válvula con lo que tengan por ahí. Y esto es un taller.

Finalmente y sin mucha confianza en que todo aguante, volvemos al hotel con nuestras ruedas de tacos. Desde el momento en que te subes a la moto todo cambia, es más alta. No será mucho pero un par de centímetros se notan, sobre todo en los elevados y cortos badenes, donde muchas veces rozo el punto más bajo de la moto, los colectores del escape. Ahora noto que paso mucho mejor los obstáculos y los baches; coger un bache con la moto de carretera es delicado y brusco, pero no con estas ruedas, notas como absorbe mucho mejor las irregularidades del terreno. Dejamos la moto en el hotel y nos vamos de compras con Mr. Hamid.

Vamos a una farmacia a por cacao, tengo los labios abrasados de estos días por el desierto y me da que lo que viene no va a ser mejor.

Más que una farmacia se me parece a una carnicería, las puertas son de plástico como cuando en las películas aislan una zona contaminada por algún agente químico.

Vamos a cenar al restaurante de un amigo y otra vez me piden una foto con mi móvil para luego mandárselas. Pero esta vez no es por whatsapp, cuando tenemos la foto, el chaval me coge el móvil sin nigún tipo de permiso, entra a instagram, busca su usuario, se da a seguir a sí mismo y se envía las fotos que hemos hecho, vuelve a su usuario y se empieza a dar Me gusta en todas sus fotos, hasta que le pido el móvil de vuelta y se empieza a reír… ¡Qué gente! ¡JAJAJA!
Mr. Hamid encima de toda la ayuda prestada me quería invitar a cenar, cuando los salarios aquí son infinitamente más bajos que en Europa. Cena a reventar para dos con bebida y en un sitio decente; menos de 7 euros.

Buenas noches reina, vas por ahí sin prestar atención, y cae sobre ti una maldición...
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