🇮🇷 Etapa 1×20 🇵🇰 – ✊🏼Los Rockeros Van Al Infierno🤘🏼

🔙Etapa anterior: 🏜 Etapa 1×19 🇮🇷 – ✊🏼Escuela De Calor🤘🏼

Amanezco un poco desorientado pero cuando lo primero que ves es un Corán en la mesilla de noche te reorientas rápido.

Al final ayer se nos hizo tarde y no hemos dormido demasiado, otra vez, pero la cama estaba muy bien y me hacía falta descansar, así que caí a plomo. El desayuno está muy bien, se nota que es un hotel de pasta, veo entrar a hombres en traje con escolta privada y coches oficiales.

Mr. Hamid viene a buscarme, se ve que tiene un trato con los del Hotel; él trae a clientes ofreciendo un descuento y ellos le invitan a desayunar. Después del desayuno me lleva a una gasolinera que hay en Zahedán, la última ciudad que hay antes de la frontera con Pakistán.

En Irán la gasolina es muy barata, a unos 8 céntimos el litro (el gasoil a 0’6 céntimos) pero lo más curioso de esta gasolinera es que LA GASOLINA PARA LOS TURISTAS… ¡¡ES GRATIS!! Al menos si vienes con Mr. Hamid, que trabaja en el ministerio de turismo.

Llenamos todos los depósitos, nos hacemos unas fotos con los empleados y ponemos rumbo a la frontera, a ver qué nos depara ésta…

Éste paso fronterizo es muy delicado, como todos por esta parte del planeta, supongo. Pero con Mr. Hamid todo se hace muy fácil; él lleva mis papeles y va entrando en un sitio o en otro, le conocen todos los funcionarios y militares. En uno de los trámites me presenta a Álex, un hombre alemán que cruzará conmigo y compartiremos la escolta militar.

Llevamos más de 1 hora de un sitio para otro y eso que casi no nos detenemos. Todo es muy caótico, hay muchísima gente por todos sitios, de un lado para otro sin ningún tipo de orden y militares armados por todos sitios. En una de las paradas Mr. Hamid nos lleva a su despacho a seguir rellenando papeles y de camino a otro edificio, tiene que ir con Álex y luego conmigo, me dice que me espere ahí quieto, en la puerta, con la moto y el coche de Álex, que no vaya a ningún sitio y no me mueva hasta que él llegue.

A los 3 minutos de irse aparecen unos militares muy jóvenes, con una actitud muy prepotente y me empiezan a hacer preguntas en su idioma, que obviamente no entiendo y ellos no hablan inglés. Sin preguntarme empiezan a tocar todo en la moto y uno se sube en ella, sin ningún tipo de cuidado, de hecho casi me tira la moto. Justo cuando han llegado yo estaba aprovechando la parada para ordenar un poco mi equipaje y tengo las maletas abiertas, ellos se ponen a coger todo y enredar con todo, ni si quiera me miran. El grandullón que se ha subido en la moto se ha puesto a dar acelerones a la moto y eso que está parada, se mete debajo de la cúpula y hace ruidos como que va conduciendo, como un niño, mientras los otros le sacan fotos. Va a tirar la moto al suelo, le pido que pare y cuando se baja me empiezan a pedir el pasaporte y los papeles. Mira el pasaporte y me dice que me vaya con ellos, de muy mala forma. Le intento explicar que estoy con más gente y no me puedo ir, le nombro a Mr. Hamid pero me coge del brazo y me lleva, le digo que me deje cerrar las maletas y aprovecho para dejar todos los papeles guardados en la moto menos el pasaporte y mandarle mi ubicación en tiempo real a Mr. Hamid.

Me llevan casi a empujones y con muy malas formas a un cuartucho, parece que me están deteniendo. Entramos y hay dos hombres, más mayores, uno lleva ropa de calle y parece funcionario, el otro es militar y parece ser el jefe de mi captor. Me suelta el brazo y se pone a hablar con el jefe, miran mi pasaporte y me pide el carnet de passages y los papeles de la moto, éste sí habla inglés. Le digo que no lo tengo aquí, que lo tengo en la moto. El jefe le mira mal al otro y éste me mira mal a mí, dice vayamos a la moto a por los papeles, mi argucia para volver a la moto ha funcionado. Cuando llegamos Mr. Hamid está ahí con Álex y le digo lo que ha pasado, se pone a hablar con el militar y éste se pone a dar voces, pero se va. Pregunto que qué pasa y me dice que tranquilo, entro al edificio con él para rellenar unos papeles y al salir me dice que ya está todo, que de ahí en adelante seguiremos Álex y yo solos. No sé qué habría pasado con los militares, pero parece que se quedara ahí. Qué risa me da esa falsa humanidad, de los que se dicen buenos. No perdonarán mi pecado original,
De ser joven y rockero pero si he de escoger entre ellos y el Rock, elegiré mi perdición. Sé que al final tendré razón, ¡Y ellos no!
Mi rollo es el ROCK, así que sigamos con lo nuestro; Gasolina y Rock’N’Roll.

Vas sin afeitar, dice el «sheriff» del lugar

Avanzo con Álex, ya hemos entrado en Pakistán. Aunque seguimos en la frontera se nota que hemos cambiado de país, todo es mucho más caótico, los muebles, los edificios, todo está en muy mal estado. Conseguimos nuestros sellos en los carnet de passages y nos llevan a una oficina para hablar con el responsable de la escolta militar, que es muy educado, nada que ver con el resto de personas con las que hemos tratado. Nos ofrece sentarnos y nos hace una especie de entrevista acerca de nuestro viaje. También nos ofrecen cambiar la moneda de Irán por la de Pakistán, ambos cambiamos el dinero aunque sabemos que es un mal cambio.

Nos llevan a una especie de cuartel lleno de militares tomando té donde nos asignan nuestra primera escolta y arrancamos. Hemos entrado a Pakistán por la región de Baluchistán que se encuentra actualmente en un conflicto armado por la independencia. El movimiento separatista está financiado por los comercios ilegales que hay en el puerto de Baluchistan con el Al-Qaeda y los talibanes. Los gobiernos pakistaní e iraní se juntaron para tratar de frenarlos. El gobierno de Pakistán quiere demostrar al mundo que es un país seguro así que, para ello, te obligan a ir continuamente escoltado por militares armados con fusiles AK47.

El proceso es lento y tedioso; normalmente llegamos a un control militar donde tenemos que rellenar un libro de registros con nuestros datos y ahí esperas a que los militares que te vayan asignando te digan cuando avanzar, cuando parar, cuando mear, cuando repostar, etc.

El día se está haciendo muy duro; hace muchísimo calor y ni si quiera puedo parar a beber cuando tengo sed, sólo cuando hay un control, encima no he podido comprar agua fría y el que llevo está ardiendo.

Todo el día evoluciona igual; malas carreteras siguiendo a la escolta a una velocidad ridícula, la moto tiene un calentón terrible, casi todo el tiempo está a más de 100°C y a mi parece que me va a dar un jamacuco, aunque me preocupa más la moto que yo mismo.

Normalmente van en una pick-up, con algún militar subido en la parte de atrás y nosotros tenemos que seguirlos. Aunque a veces seguimos un coche del estilo al de la foto, que no pasa de 60 km/h, a veces incluso seguimos a dos militares subidos en una especie de vespino de 125 c.c., en chanclas y con los fusiles colgando.

El paisaje es desértico y apenas hay tráfico, sólo nos cruzamos con camiones y cada 15-40 Kilómetros hay otro control militar en el que hay que sacar todos los papeles y rellenar el libro, en alguno incluso nos sacan fotos con su móvil y el pasaporte al lado de la cara.

Creerme que no exagero cuando os digo que hace muchísimo calor; si os fijáis bien en la foto, veréis como la pata de cabra de la moto se hunde en el asfalto con sólo apoyarla, como si de barro se tratase.

Tanto es así que en los controles militares tengo que ir buscando escombros para ponerlos debajo de la pata y que no se caiga. Pero ese no es el mayor de mis problemas; llevamos unas 4 horas por Pakistán, sin encontrar agua, comida, ni gasolina.

Para colmo, se me ha caído el baúl varias veces. Normalmente no me preocuparía tanto, me pararía y lo intentaría arreglar pero hoy viajo en grupo y los voy parando. Retrasar y detener en medio de la nada a los Levies, la policía federal de Pakistán, no es algo que me agrade; si están ahí escoltándome es por algo y cuando te paras en medio de estos parajes, te recuerda a las películas de guerra tipo el Francotirador o La Noche Más oscura, que parece que en cualquier momento va a aparecer una pick-up con unos paramilitares de Al Qaeda disparando con sus lanzacohetes.

Álex nos hace el favor de llevarnos el baúl en su coche, lo cual agiliza bastante mi viaje y me quita un peso de encima, literalmente. El calor es agotador y tampoco encontramos agua, por suerte Álex vive en su coche y lleva víveres de sobra, por lo que me va dando botellas de agua. El mero hecho de viajar me tiene exhausto, no puedo parar a descansar, ni a beber aunque me esté dando algo, me toca aguantar hasta la siguiente parada. El problema es que, a veces, una patrulla nos está esperando antes de dejar la anterior, por lo que no nos dejan parar.

Tras muchos controles, llegamos a uno en el que nos ofrecen sentarnos en unos sofás a la sombra y nos invitan a un zumo de frutas casi frío, que me sabe a gloria. Caigo desplomado en el sofá y nos dicen que nos relajemos, que estaremos ahí un rato hasta que llegue la próxima escolta así que podemos aprovechar para descansar y a mí falta me hace.

Continuamos el viaje y, tras una gasolinera sin gasolina encontramos un sitio donde venden gasolina de calidad cuestionable; en viejos bidones y teniendo que filtrarla con un trapo, pero es lo que hay. El día es todo el rato igual, agotador y con la moto al rojo vivo.

Finalmente llegamos a Dalbandin, no llevamos 2 minutos en la ciudad y parece que se ha corrido la voz de que habíamos llegado. De repente, un montón de niños (y no tan niños) nos están siguiendo con las bicis y alguna moto hasta que doblamos dos calles y desaparece la gente, llegamos a una calle sin salida y el militar que va en el coche con Álex, se baja y echa a los niños de allí, golpea esa puerta roja y azul hasta que la abren y me manda entrar. A Álex le dicen que se espere fuera y a mi me obligan a entrar, eso me mosquea y acojona a partes iguales.

Me insiste en que entre y yo no veo nada más allá de la puerta. El tipo que me habla lleva un AK47 en la mano por lo que no tengo muchas opciones de negarme a nada. Cuando entro veo que hay como un túnel que acaba en una patio donde veo unas rejas y muchos hombres y niños encerrados que me miran con tanto asombro como yo a ellos. Miro a los lados y veo a hombres vestidos con uniforme militar así como a otros con la chilaba y el pañuelo tipo palestino, todo el mundo va armado y yo no sé donde me estoy metiendo o qué va a pasar, pero menos mal que había apagado la GoPro por si acaso, ya que vinieron dos tipos de mala forma a ver si estaba grabando. No me queda otra que relajarme y pensar que es algún tipo de trámite, total, ¡¿Qué iba a hacer yo contra toda esa gente armada?! Jajaja. Decido tomármelo con filosofía e intento mostrar amabilidad y tranquilidad.

Me dicen que aparque la moto y que me meta en una sala, al poco tiempo veo que también ha entrado Álex, lo cuál me relaja. Nos tienen un tiempo ahí y pregunto si puedo sacar mi móvil, me dicen que sí, pero que no podemos sacar fotos. Los presos están junto a mi moto, todos con la cara pegada a los barrotes para verla de cerca, hay hombres, viejos y niños, todos juntos, habrá como 30 personas en 15 metros cuadrados.

Pasado un rato nos dicen que nos van a llevar a un Hotel y que pasaremos ahí la noche, que no podemos seguir viajando porque está anocheciendo y es demasiado peligroso. Álex intenta pedir que le dejen dormir en su coche en el cuartel, pero le dicen que no, que tiene que ir al hotel.

Al cabo de un rato nos llevan al hotel, no te dan a elegir ciudad, ni el hotel en el que te quedas, ni si quiera te preguntan si lo puedes pagar, es el único sitio seguro y algunos levies pasarán la noche en el Hotel. Álex al menos consigue que le dejen dormir en su coche, aunque tiene que pagar al hotel por dormir en el aparcamiento.

Ha sido un día durísimo, el más duro hasta el momento. El calor, las carreteras en tan mal estado, el no poder descansar o beber cuando lo necesitas, sin comer nada desde el desayuno y la moto circulando a más de 100°C casi todo el día, pero hemos llegado.

Se ve que no soy el primer viajero que viene por aquí, hay bastantes pegatinas de lo que llaman overlanders, y Gas & Roll no iba a ser menos.

Llegamos a la habitación donde el lujo brilla por su ausencia, aunque al menos tenemos un ventilador (que parece que se va a desprender en cualquier momento). La cama no tiene sábanas, sólo una especie de funda vieja encima de algo que parece un colchón, pero que son unas tablillas de madera con alguna manta por encima. Tampoco hay almohada aunque dudo que haga mucha falta, pues las paredes, puertas y ventanas tienen son casi de cartón, hay holguras y huecos por todos sitios que hacen que el jaleo de la calle no tenga ningún filtro para llegar a la habitación.

El WC por no tener, ni tiene tomas de agua con las que llenar la cisterna, en su lugar hay un grifo una jarra de plástico y el techo se cae por momentos, pero es lo que hay.

La ropa, la moto, el casco… Todo está podrido de polvo y suciedad, así que me meto directamente con la ropa a la ducha para ir lavando lo que pueda.

Así ha quedado la camiseta que me puse por la mañana, impoluta y recién salida de la tintorería. Teniendo en cuenta que va debajo del mono os da una idea de la mierda que hay por el ambiente.

Está prohibido que salgamos del hotel, hay 5 militares en la terraza y sus pick-up están dentro también, pero no tienen cena y nos dejan salir justo a la puerta porque hay un puesto de pollos asados, a tan sólo 3 metros y tenemos que ir acompañados. Le decimos lo que queremos al del hotel (básicamente pollo asado, muy hecho, aunque tampoco hay más opciones) y nos meten para dentro, parece que toda la ciudad sabe que estamos ahí y la gente se va acercando a mirar pero en menos de 5 minutos nos meten para dentro.

El hotel tiene casi WiFi, por lo que puedo rendir cuentas a mi gente mientras ceno con mi nuevo amigo Álex. Es un hombre muy interesante, aunque es alemán se fue de allí muy joven y lleva 30 años viviendo en India y Latinoamérica, lleva más de 3 meses en este viaje, aunque vive así y se lo ha montado para no tener que trabajar. Os podéis imaginar todo lo que tiene que contar un tío que lleva 30 años viajando como forma de vida. Sabe mucho de la zona en la que estamos y me pone al día de los conflictos político-militares de la zona, advirtiéndome que por nosotros pagan entre 100 y 150.000 doláres, que hay que permanecer con la escolta por todo Baluchistán por pesado que parezca.

Entre los del hotel y el puesto nos han preparado una buena cena; verduras frescas, lentejas y pollo muy asado (los europeos tenemos que tener cuidado con la comida por aquí). Una de las personas con las que hablo es mi colega David, que pasó por aquí hace un tiempo con su 4×4 y ahora está de regreso hacia España, es un gran tío que me ayudó mucho con los visados y estamos en contacto a menudo durante el viaje, me avisó de que probablemente se iría la luz en el hotel.

David no se equivocaba JAJAJA, mientras cenábamos se fue la luz. Lo primero que piensas cuando se va la luz y estás a unos metros de unos militares armados que están ahí para tu protección, es que los malos han cortado la luz y van a asaltar el hotel para secuestrarte, es lo que tiene haber visto tantas películas. Pero no, la verdad es que se fue la luz y a nadie le sorprendió, todos siguieron como si nada y de repente estábamos ante un cielo abarrotado de estrellas, en una zona desértica, lejos de la contaminación de las grandes ciudades, espectacular.

Después de un par de horas de conversación con mi nuevo amigo, me voy a la cama a intentar descansar, cada día pesa.

Creo que ha sido el día más impactante de mi vida y uno de los más duros, aunque era algo que de algún modo me esperaba en este viaje, al fin y al cabo, Los Rockeros Van Al Infierno.

Se oye comentar a las gentes del lugar;
Los rockeros no son buenos.
Si no te portas bien,
te echarás pronto a perder
¡Y caerás en el infierno!

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